14.8.14

Si yo fuera rica

Dubidubidubidubi dubidubidubidaaaa

Bueno, tampoco me hace falta ser rica para lo que os voy a contar. Simplemente tener una mijita más de dinero y ganas de gastarlo en esto: transporte público.


Justo en este momento estamos pendientes de subir a un avión que nos llevará de vacaciones a Stuttgart, a casa de nuestros amigos los de la boda guay. Y, desde hace un tiempo, se me hace cuesta arriba esto de los aeropuertos.

No sé vosotros, pero yo hago las maletas con miedo. Siempre que paso por el control (si, siempre) el arco pita, por lo que es normal que siempre me cacheen (algo que me incomoda infinito). Y varias veces he tenido que enseñar el contenido de mi maleta de mano, por lo que, repito, la hago con miedo por si por error meto algún líquido o algo que no deba y me llamen la atención.


Ya una vez dentro del aeropuerto (cuya conexión de internet, al menos a mí, no me va), me repatea tener que estar dando vueltas hasta que ponen el número de puerta de embarque, (que suele ser en la otra punta de la terminal donde me encuentre) y en la cual sé que tendré que hacer cola para no entrar de las últimas y poder guardar mi equipaje de mano sin agobios.

Todo para entrar en un avión de las mal llamadas líneas low cost donde sé positivamente que pasaré todo el vuelo intentando, sin éxito, que me quepan las piernas y no chocarme con el asiento de delante.

Y ahora es cuando me río. Creéis que si pudiera viajar en 1ª clase/Business/VIP o similares no lo haría?? DE CABEZA. Me hace muchísima gracia oír a gente que critica a otra gente que lo hace. El ejemplo más claro es el de los famosos/conocidillos, a los que ponemos verdes por no viajar en turista con el típico "qué se creerá Fulanito, que no lo conocen ni en su casa, pero que va a la sala VIP del aeropuerto". Pero, señores, no entiendo esta afición por meternos con quienes pagan por hacerse la vida más cómoda y fácil.




Que de acuerdo que el dinero no da la felicidad, pero viajar en un lugar del avión donde me dan zumitos de naranja, en cuyo asiento me caben las piernas y donde no tengo que aguantar un niño horrible pataleando a mi espalda, a mí me hace feliz. Mucho.

Reconozco que cuando viajo en tren y encuentro oferta en Preferente, me siento poderosa sabiendo lo cómoda que iré en mi asiento grande, con mi mesita gigante y mi piscolabis a mitad de trayecto.

Y otra cosa. Que ir en bus por Barcelona me encanta, pero el día en que viaje siempre en taxi que me lleve de puerta a puerta, sin sufrir aglomeraciones ni olores humanos, no echaré mucho en falta los autobuses, sinceramente.

En fin. Que vivan los viajes cómodos, silenciosos, amplios, sin retrasos... Y quiméricos en realidad :P
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