24.9.14

La malaje

Esa soy yo. O al menos esa es la fama que creo que me estoy ganando.

Hoy he vuelto a desmarcarme de bajar a una fiesta infantil en la comunidad de pisoplayasuegra. Lo hago siempre que puedo. Y me temo que hasta que tenga chiquillos, seguiré haciéndolo.

Porque, la verdad, pocas cosas me ponen tan nerviosa como una reunión de muchos niños juntos. Los que me conocen saben de sobra que no soy nada niñera, no sé tratar con los críos.


Supongo que los niños, en general, son una especie totalmente desconocida para mí. Nunca sé qué hablar con ellos porque no sé qué se habla con un niño de cada edad. Y menos aún el tema juegos. No sé a qué edad les gusta jugar a la pelota o dejan de ver dibujitos tipo Bob Esponja. Como os podéis imaginar, si me toca hacer algún regalo ya me matan. He llegado a pasarme horas dentro de una juguetería para intentar encontrar algo acorde para un chiquillo de 5 años.

Sabiendo esto, supongo que verme en medio de una fiesta infantil os resultará algo chocante. Porque, además, lo unimos con que soy bastante cortada y, como no sea en petit comité, no abro la boca. Así que en los cumpleaños de los peques, cuando la conversación suele estar centrada en cosas de críos, pues estoy más perdida que ojú.

Si a todo esto también le mezclamos que se me nota la incomodidad en la cara, pues mirad, prefiero no aparecer con mi cara de culo en el evento.

Los niños me hacen gracia de uno en uno y tal, en batallón no. Este finde tengo el cumple de mi pseudoahijado y estoy encantada. Además, estos días estoy recogiendo del cole a la hija de unos amigos y lo hago sin problemas, no es que odie a toda la población menor de edad y sea una Herodes con pechos.

Por otra parte, soy bastante estricta con ciertos comportamientos de los críos, que sé que son culpa de los padres, evidentemente. Los niños no nacen aprendiendo que en un restaurante no tienes que correr entre las mesas chillando, eso es algo que los padres tienen que explicarles. 

El otro día, sin ir más lejos, comimos en un restaurante al aire libre donde hay un parque infantil y van muchas familias, así que, evidentemente, estaba lleno de nenes. Pues un padre empezó a hacer la gracia de pegar buches de agua y escupirla a los niños mientras estaba sentado en la mesa. Claro, los niños de la pandilla se pusieron todos a imitarle y todas las mesas de alrededor acabamos salpicadas de babas. ¿Es normal? Pues no. ¿Los niños son culpables? Para nada, el padre irresponsable les dio mal ejemplo. 

Que después a lo mejor soy la madre más insoportablemente permisible del mundo y mi Manolo se pasa el día dando botes en el sofá con los zapatos puestos, comiendo con la boca abierta y haciendo pipi en las piscinas (cosa que dudo). Pero la idea es otra muy diferente. 

Me he ido del tema. La cuestión: que si me invitáis a una fiesta infantil y pongo excusa para no ir, no os lo toméis a mal, no es por vosotros ni por vuestros niños. Es que soy una sosa que se estresa con facilidad. Y no me gustan las tartas de cumpleaños.

En fin. Que vivan los niños una vez que cumplen los veinte :P

(Imagen cogida de aquí)

5 comentarios:

  1. Jajaja, todo de boquilla, si luego se te cae la baba con los niños. Ya verás como te pones al día en cuanto nazca Manolo. Tus gustos y preferencias cambian automáticamente sin no siquiera planteartelo. Te verás sumergida en miles de fiestas infantiles sin sufrir, incluso llegarás a disfrutarlas

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    1. No sé yo...

      Y se me cae la baba con los tuyos cuando me dicen cosas guays, no creas que con los demás también jajajaja.

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  2. Por cierto, espero que lo pases bien el sábado ;)

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    1. Esa es otra... Invitada no solo a una fiesta de cumpleaños, sino a la fiesta previa en la cocina con la abuela del cumpleañero para preparar la merienda!!! Si es que haces conmigo lo que quieres, comadre!! XD

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    2. Es que eres tan buena que te haces imprescindible :)

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